ConfirmaciĆ³n

¿Que es el Sacramento de la ConfirmaciĆ³n?

QuĆ© es la confirmaciĆ³n, cĆ³mo y cuando se instituyĆ³ y la materia y la forma de la misma






El sacramento de la ConfirmaciĆ³n es uno de los tres sacramentos de iniciaciĆ³n cristiana. La misma palabra, ConfirmaciĆ³n que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho.

En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el bautizado se fortalece con el don del EspĆ­ritu Santo. Se logra un arraigo mĆ”s profundo a la filiaciĆ³n divina, se une mĆ”s Ć­ntimamente con la Iglesia, fortaleciĆ©ndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. Por Ć©l es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la ConfirmaciĆ³n nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana mĆ”s perfecta, mĆ”s activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser testigos de Cristo.

El dĆ­a de PentecostĆ©s – cuando se funda la Iglesia – los apĆ³stoles y discĆ­pulos se encontraban reunidos junto a la Virgen. Estaban temerosos, no entendĆ­an lo que habĆ­a pasado – creyendo que todo habĆ­a sido en balde - se encontraban tristes. De repente, descendiĆ³ el EspĆ­ritu Santo sobre ellos –quedaron transformados - y a partir de ese momento entendieron todo lo que habĆ­a sucedido, dejaron de tener miedo, se lanzaron a predicar y a bautizar. La ConfirmaciĆ³n es “nuestro PentecostĆ©s personal”. El EspĆ­ritu Santo estĆ” actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy diversos. La ConfirmaciĆ³n – al descender el EspĆ­ritu Santo sobre nosotros - es una de las formas en que Ɖl se hace presente al pueblo de Dios.

InstituciĆ³n

El Concilio de Trento declarĆ³ que la ConfirmaciĆ³n era un sacramento instituido por Cristo, ya que los protestantes lo rechazaron porque - segĆŗn ellos - no aparecĆ­a el momento preciso de su instituciĆ³n. Sabemos que fue instituido por Cristo, porque sĆ³lo Dios puede unir la gracia a un signo externo.

AdemĆ”s encontramos en el Antiguo Testamento, numerosas referencias por parte de los profetas, de la acciĆ³n del EspĆ­ritu en la Ć©poca mesiĆ”nica y el propio anuncio de Cristo de una venida del EspĆ­ritu Santo para completar su obra. Estos anuncios nos indican un sacramento distinto al Bautismo. El Nuevo Testamento nos narra como los apĆ³stoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, iban imponiendo las manos, comunicando el Don del EspĆ­ritu Santo, destinado a complementar la gracia del Bautismo. “Al enterarse los apĆ³stoles que estaban en JerusalĆ©n de que Samaria habĆ­a aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran al EspĆ­ritu Santo; pues todavĆ­a no habĆ­a descendido sobre ninguno de ellos; Ćŗnicamente habĆ­an sido bautizados en nombre del SeƱor JesĆŗs. Entonces les imponĆ­an las manos y recibĆ­an al EspĆ­ritu Santo”. (Hech. 8, 15-17;19, 5-6).

El Signo: La Materia y la Forma

Dijimos que la materia del Bautismo, el agua, tiene el significado de limpieza, en este sacramento la materia significa fuerza y plenitud. El signo de la ConfirmaciĆ³n es la “unciĆ³n”. Desde la antigĆ¼edad se utilizaba el aceite para muchas cosa: para curar heridas, a los gladiadores de les ungĆ­a con el fin de fortalecerlos, tambiĆ©n era sĆ­mbolo de abundancia, de plenitud. AdemĆ”s la unciĆ³n va unido al nombre de “cristiano”, que significa ungido.

La materia de este sacramento es el “santo crisma”, aceite de oliva mezclado con bĆ”lsamo, que es consagrado por el Obispo el dĆ­a del Jueves Santo. La unciĆ³n debe ser en la frente.

La forma de este sacramento, palabras que acompaƱan a la unciĆ³n y a la imposiciĆ³n individual de las manos “Recibe por esta seƱal de la cruz el don del EspĆ­ritu Santo” (Catec. no. 1300) . La cruz es el arma conque cuenta un cristiano para defender su fe.
 Frutos y Obligaciones de la ConfirmaciĆ³n
Que obtenemos mediante la ConfirmaciĆ³n y que obligaciones adquirimos


Por: Cristina Cendoya | Fuente: Catholic.net




Podemos entender que en la ConfirmaciĆ³n el efecto principal es que recibimos al EspĆ­ritu Santo en plenitud. (Cfr. Catec. no. 1302).


Otros frutos son:



  • Recibimos una fuerza especial del EspĆ­ritu Santo, tal como la recibieron los apĆ³stoles el dĆ­a de PentecostĆ©s, que nos permite defender y difundir nuestra fe con mayor fuerza y ser verdaderos testigos de Cristo.
  • Nos une profundamente con Dios y con Cristo.
  • Aumenta en nosotros los dones del EspĆ­ritu Santo que son:
  • SabidurĆ­a, que nos comunica el gusto por las cosas de Dios. Por medio de Ć©l vamos gustando de todo lo relacionado con Dios.
  • Inteligencia, que nos comunica el conocimiento profundo de las verdades de fe, es decir, la capacidad para entender las cosas de Dios.
  • Ciencia, que nos enseƱa la recta apreciaciĆ³n de las cosas terrenales, entender las cosas de la tierra tal y cĆ³mo son.
  • Consejo, nos ayuda para formar un juicio sensato, acerca de las cosas prĆ”cticas de la vida cristiana.
  • Fortaleza, nos da fuerzas para trabajar con alegrĆ­a por Cristo, haciendo siempre el bien a los demĆ”s, tal como Ɖl lo hizo.
  • Piedad, que nos relaciona con Dios como Padre, ya que Ɖl es el ser mĆ”s perfecto que existe en el universo y es nuestro Creador y nos ayuda a aceptar la autoridad que tienen algunos sobre nosotros.
  • Temor de Dios, nos lleva a tener miedo de ofender a Dios, por amor a Ɖl y por lo tanto, a tratar de no pecar para no alejarnos de Ɖl.
  • Nos une con un vĆ­nculo mayor a la Iglesia.
  • Aumenta la gracia santificante.
  • Se recibe la gracia sacramental propia que es la fortaleza.
  • Imprime carĆ”cter, la marca espiritual indeleble, que nos marca con el EspĆ­ritu de Cristo. Es un sumergirse de manera mĆ”s profunda en la comunidad cristiana.



  •  
  • La ConfirmaciĆ³n es necesaria para vivir correctamente una vida cristiana, ya que da las ayudas necesarias para lograrlo. Por eso, el derecho vigente, prescribe que todos los bautizados, deben recibir este sacramento. El no hacerlo por desprecio o por no darle importancia, serĆ” materia grave de pecado.



El Ministro, el Sujeto y Padrino

El ministro de este sacramento debe de ser el Obispo, aunque por razones especiales graves puede concederle a un presbĆ­tero (sacerdote) el poder de confirmar (CIC no.882). En peligro de muerte del sujeto cualquier sacerdote debe de administrar el sacramento. El Obispo es sucesor de los apĆ³stoles, por ello es quien lo administra, al poseer el grado del Orden en plenitud.

El sujeto es todo bautizado que no ha sido confirmado, que libremente tenga las disposiciones necesarias para recibirlo y que no tenga impedimentos. Se debe de estar en estado de gracia.

La edad para recibir este sacramento la marca el Obispo del lugar, preferentemente el sujeto debe de haber llegado al uso de razĆ³n. (Cfr. Catec. no. 1307). Se puede administrar vĆ”lidamente a niƱos pequeƱos, tal como es la tradiciĆ³n en el rito oriental (Cfr. Catec. no. 1292). Ahora bien, en caso de peligro de muerte deben de recibir este sacramento los niƱos aun no confirmados.

Todo confirmado debe tener un padrino o madrina que lo ayude espiritualmente, tanto en la preparaciĆ³n para su recepciĆ³n, como despuĆ©s de haberlo recibido. Las condiciones para ser padrinos son las mismas que para los de Bautismo.

Frutos 

Como cualquier otro sacramento, la ConfirmaciĆ³n debe de dar en los que lo reciben frutos interiores y exteriores. En este caso, los frutos ayudan a la Iglesia en su misiĆ³n de extender el Reino de Dios.

La Iglesia es una Iglesia misionera, porque Cristo asĆ­ la fundĆ³, dĆ”ndole el mandato a los apĆ³stoles de “Ir y predicad……”. A partir del dĆ­a de PentecostĆ©s, con la venida del EspĆ­ritu Santo, los apĆ³stoles se lanzaron a predicar sin miedo, movidos por la fuerza del EspĆ­ritu Santo.

Nosotros, por medio del Bautismo, entramos a formar parte de la Iglesia, del Cuerpo MĆ­stico de Cristo. Con la ConfirmaciĆ³n somos llamados a vivir como miembros responsables de este Cuerpo.

Como fruto de este sacramento, al recibir el EspĆ­ritu Santo podemos construir el Reino de Dios en la tierra, a travĆ©s de nuestras buenas obras, de nuestras familias, haciĆ©ndolas un semillero de fe, ayudando a nuestra parroquia, venciendo las tentaciones del demonio y la inclinaciĆ³n al mal.

El EspĆ­ritu Santo nos mueve a seguir las huellas de Cristo, tomĆ”ndolo como ejemplo en todo momento, ya sea pĆŗblica o privadamente. Nos ayuda a ser perseverantes, luchadores, generosos, valientes, amorosos, llenos de virtudes y en caso de ser necesario, hasta mĆ”rtires.

Otro fruto del sacramento es que sostiene e ilumina nuestra fe. Cuando lo recibimos estamos afirmando que creemos en Cristo y su Iglesia, en sus enseƱanzas y exigencias y que, por ser la Verdad, lo queremos seguir libre y voluntariamente.

TambiƩn sostiene y fortalece nuestra esperanza. Por medio de esta virtud creemos en las enseƱanzas de Cristo, sus promesas y esperamos alcanzar la vida eterna haciendo mƩritos aquƭ en la tierra.

AsĆ­ mismo, sostiene y incrementa nuestra caridad. El dĆ­a de la ConfirmaciĆ³n recibimos el “don del amor eterno” de Cristo, como un regalo de Dios. Este amor nos protege y defiende de los amores falsos, como son el materialismo, el placer, las malas diversiones, los excesos en bebida y comida

Obligaciones

El dĆ­a de la ConfirmaciĆ³n, el confirmado se convierte en apĆ³stol de la Palabra de Dios. Desde ese momento recibe el derecho y el deber de ser misionero. Lo cual no significa tenerse que ir lejos, a otros lados, sino que desde nuestra propia casa debemos ser misioneros, llevando la Palabra de Dios a los demĆ”s. Tenemos la obligaciĆ³n de ser misioneros en el lugar que Dios nos ha puesto.

La Iglesia de hoy necesita de todos sus miembros para dar a conocer a Cristo, por medio de la palabra y con el ejemplo, imitando a Cristo.

Los confirmados debemos de compartir los dones recibidos y al compartirlos estamos cumpliendo con el compromiso adquirido en la ConfirmaciĆ³n de hacer “apostolado”, sirviendo a los demĆ”s en nombre de Dios y transmitiendo la Palabra de Cristo. Se puede hacer en todas las circunstancias de vida: en la vida familiar, en el trabajo, con los amigos ….. Es algo que todo confirmado tiene la obligaciĆ³n de hacer.

Ser “confirmado” significa darse por amor a los demĆ”s, sin fijarse en su sexo, cultura, conocimientos y creencias. Se necesita una actitud de disponibilidad para dar a conocer al EspĆ­ritu Santo en todos lados. En la Iglesia, el apostolado de los laicos es indispensable. Cristo vino a servir, no a ser servido.

TambiĆ©n la ConfirmaciĆ³n nos compromete a la santidad. Tenemos la obligaciĆ³n de ser santos, el mismo Cristo nos invita: “Sed pues perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. (Mt. 5, 48). La santidad es una conquista humana, ya que Dios nos da el empujĆ³n, pero depende de nuestro esfuerzo y nuestro trabajo el alcanzarla.

El EspĆ­ritu Santo es el empujĆ³n que Dios nos manda, por lo tanto, sĆ­ lo tenemos a Ɖl, no hay pretextos para no ser santos y no ponernos al servicio de los demĆ”s.
La lucha es difĆ­cil, pero contamos con toda la ayuda necesaria.

“Por el sacramento de la ConfirmaciĆ³n se vinculan mĆ”s estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del EspĆ­ritu Santo, y con ello quedan obligados mĆ”s estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras”. (L.G. no. 11)
Los frutos de la ConfirmaciĆ³n obligan
La ConfrmaciĆ³n
Debe dar en los que lo reciben, frutos interiores y exteriores, los cuales ayudan a la Iglesia en su misiĆ³n de extender el Reino de Dios.




Frutos 

Como cualquier otro sacramento, la ConfirmaciĆ³n debe de dar en los que lo reciben frutos interiores y exteriores. En este caso, los frutos ayudan a la Iglesia en su misiĆ³n de extender el Reino de Dios.

La Iglesia es una Iglesia misionera, porque Cristo asĆ­ la fundĆ³, dĆ”ndole el mandato a los apĆ³stoles de “Ir y predicad……”. A partir del dĆ­a de PentecostĆ©s, con la venida del EspĆ­ritu Santo, los apĆ³stoles se lanzaron a predicar sin miedo, movidos por la fuerza del EspĆ­ritu Santo.

Nosotros, por medio del Bautismo, entramos a formar parte de la Iglesia, del Cuerpo MĆ­stico de Cristo. Con la ConfirmaciĆ³n somos llamados a vivir como miembros responsables de este Cuerpo.

Como fruto de este sacramento, al recibir el EspĆ­ritu Santo podemos construir el Reino de Dios en la tierra, a travĆ©s de nuestras buenas obras, de nuestras familias, haciĆ©ndolas un semillero de fe, ayudando a nuestra parroquia, venciendo las tentaciones del demonio y la inclinaciĆ³n al mal.

El EspĆ­ritu Santo nos mueve a seguir las huellas de Cristo, tomĆ”ndolo como ejemplo en todo momento, ya sea pĆŗblica o privadamente. Nos ayuda a ser perseverantes, luchadores, generosos, valientes, amorosos, llenos de virtudes y en caso de ser necesario, hasta mĆ”rtires.

Otro fruto del sacramento es que sostiene e ilumina nuestra fe. Cuando lo recibimos estamos afirmando que creemos en Cristo y su Iglesia, en sus enseƱanzas y exigencias y que, por ser la Verdad, lo queremos seguir libre y voluntariamente.

TambiƩn sostiene y fortalece nuestra esperanza. Por medio de esta virtud creemos en las enseƱanzas de Cristo, sus promesas y esperamos alcanzar la vida eterna haciendo mƩritos aquƭ en la tierra.

AsĆ­ mismo, sostiene y incrementa nuestra caridad. El dĆ­a de la ConfirmaciĆ³n recibimos el “don del amor eterno” de Cristo, como un regalo de Dios. Este amor nos protege y defiende de los amores falsos, como son el materialismo, el placer, las malas diversiones, los excesos en bebida y comida.


Obligaciones

El dĆ­a de la ConfirmaciĆ³n, el confirmado se convierte en apĆ³stol de la Palabra de Dios. Desde ese momento recibe el derecho y el deber de ser misionero. Lo cual no significa tenerse que ir lejos, a otros lados, sino que desde nuestra propia casa debemos ser misioneros, llevando la Palabra de Dios a los demĆ”s. Tenemos la obligaciĆ³n de ser misioneros en el lugar que Dios nos ha puesto.

La Iglesia de hoy necesita de todos sus miembros para dar a conocer a Cristo, por medio de la palabra y con el ejemplo, imitando a Cristo.

Los confirmados debemos de compartir los dones recibidos y al compartirlos estamos cumpliendo con el compromiso adquirido en la ConfirmaciĆ³n de hacer "apostolado”, sirviendo a los demĆ”s en nombre de Dios y transmitiendo la Palabra de Cristo. Se puede hacer en todas las circunstancias de vida: en la vida familiar, en el trabajo, con los amigos ….. Es algo que todo confirmado tiene la obligaciĆ³n de hacer.

Ser “confirmado” significa darse por amor a los demĆ”s, sin fijarse en su sexo, cultura, conocimientos y creencias. Se necesita una actitud de disponibilidad para dar a conocer al EspĆ­ritu Santo en todos lados. En la Iglesia, el apostolado de los laicos es indispensable. Cristo vino a servir, no a ser servido.

TambiĆ©n la ConfirmaciĆ³n nos compromete a la santidad. Tenemos la obligaciĆ³n de ser santos, el mismo Cristo nos invita: “Sed pues perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. (Mt. 5, 48). La santidad es una conquista humana, ya que Dios nos da el empujĆ³n, pero depende de nuestro esfuerzo y nuestro trabajo el alcanzarla.

El EspĆ­ritu Santo es el empujĆ³n que Dios nos manda, por lo tanto, sĆ­ lo tenemos a Ɖl, no hay pretextos para no ser santos y no ponernos al servicio de los demĆ”s.
La lucha es difĆ­cil, pero contamos con toda la ayuda necesaria.

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